domingo, 24 de abril de 2022

El «Hathayoga Project» (*). La invención del Yoga Moderno

 

El equipo de investigación del «Hatha Yoga Project»

 El «Hathayoga Project» (*). La invención del Yoga Moderno

 

Autor: Marco Antonio Loza Sanjinés

 

«Are the âsanas really part of the yoga system or are they created or enlarged upon in the very recent past in response to modern emphasis on movement?»

[¿Son las asanas realmente parte del sistema de yoga o fueron creadas o ampliadas en un pasado muy reciente en respuesta al énfasis moderno en el movimiento?]

N. E. Sjoman. “The Yoga Tradition of the Mysore Palace”

Introducción

Las dos tendencias históricas fundamentales del último siglo, en el tema del ejercicio y las mentalidades, son la emergencia del atletismo en 1900 y la explosión de lo que Peter Sloterdijk denomina: “mística informal”, condiciones objetivas de un “retorno de las religiones” (Pierre de Coubertin habría querido formar una religión alrededor del espíritu olímpico que, basada en el encumbramiento del ejercicio físico, consiguió la globalización del esfuerzo físico).

Ambas tendencias cuajan en el marco del fenómeno religioso, que tan bien describe Emil Cioran en uno de sus “Silogismos de la amargura”, que cita Sloterdijk:

“¡Si la ironía no estuviese vigilante, qué fácil sería fundar una religión! Bastaría permitir que los curiosos se agrupen en torno a nuestros arrebatos de charlatanería”.

Según esta micro teoría de la formación de una religión, serían necesarios dos componentes que se conjugaran al unísono: una representación extática de un individuo (el que se “arrebata” con su charlatanería) y la curiosidad de una multitud, de esa manera, lo extático extraordinario sería puesto al alcance de la curiosidad profana ordinaria.

Esto ocurrió, con ciertos matices, con el yoga en la época moderna y que lo muestra con gran claridad y abundante material histórico, el “Hathayoga Project”, una investigación de cinco años del 2018 al 2021, realizado por un grupo de profesores de la Universidad de Londres del Departamento de Estudios del Sudeste Asiático (SOAS, por sus siglas en inglés).

En el “Hathayoga Project” es, por fin, cuestionada la omnipresencia del âsana o postura corporal, en la práctica de Yoga en Occidente. Este grupo de lingüistas y antropólogos, bajo la dirección de Mark Singleton, se componen de:

James Mallinson, profesor de Sánscrito y Estudios Clásicos de la India en SOAS, Universidad de Londres.

Dr. Jason Birch, doctorado en Estudios Orientales en Balliol College, Universidad de Oxford.

Daniela Bevilacqua, doctora en Medicina, especializándose en Historia de la India Moderna y Contemporánea.

S. V. B. K. V. Gupta, doctor en sánscrito de la Universidad de Pondicherry, India.

Priyanka Avula, doctora en sánscrito del Instituto Francés de Pondicherry (IFP).

Ramya Rajagopal es asistente de investigación en la École française d’Extrême Orient, Pondicherry.

Eloisa Stuparich, es PhD. Licenciado en Literaturas, Religiones y Culturas Asiáticas de la Universidad de Cornell.

Este equipo, además, contó con la asesoría de un plantel altamente prestigioso en estudios de India y Asia:

Dr. Véronique Bouillier, CNRS
Dr. Matthew Clark, independent scholar
Dr. Debra Diamond, Sackler Gallery, Smithsonian Institute
Professor Dominic Goodall, École française d’Extrême Orient
Professor Harunaga Isaacson, Hamburg University
Dr. Elizabeth de Michelis, independent scholar
Professor Alexis Sanderson, All Souls, University of Oxford (emeritus fellow)
Professor Dominic Wujastyk, University of Alberta

Mark Singleton, la cabeza del equipo, tiene una larga trayectoria en el campo de la investigación de India. Fue asistente de investigación de la Dra. Elizabeth De Michelis en el Instituto de Investigaciones Indicas Dharam Hinduja de la Universidad de Cambridge en 2002-3, y luego completó un doctorado en la Facultad de Divinidad de Cambridge sobre la historia moderna del yoga. Durante este tiempo también comenzó el estudio formal del sánscrito con los Dres. Eivind Kahrs y John Smith. Impartió cursos de pregrado y posgrado en St. John's College (Santa Fe, Nuevo México) entre 2006 y 2013.

Objetivos

El equipo de investigación se propuso el siguiente objetivo principal: “trazar la historia de la práctica del yoga físico (âsanas) por medio de la filología, es decir, el estudio de textos sobre yoga y etnografía, combinado con un trabajo de campo entre practicantes de yoga en India”. En otras palabras: ¿cuándo fue que el Yoga devino en práctica de posturas físicas tanto en India como en su viaje a Occidente?

Para lograr su objetivo, el grupo revisó minuciosamente, en sus lenguas originales, una gran cantidad de libros y manuscritos antiguos de India, rastreando el origen de la práctica de âsanas o posturas físicas; en algunos tramos del recorrido de su investigación se trata de una “genealogía”, en el sentido que Foucault le da a esa palabra.

Como se sabe, el “Hathayoga” o “Hatha Yoga” (véase para la grafía de esta palabra la aclaración que realiza Adrián Muñoz en su célebre libro. “Radiografía del Hatha Yoga”) es la forma física de la práctica de Yoga, llegó con el tantrismo, ésa forma de “elogio del cuerpo”, en el que el pesimismo y ascetismo upanishádico y posupanishádico quedan abolidos, el cuerpo deja de ser “fuente de dolor”, dolor que marcaba la cuota de sacrificio necesario para lograr un “cuerpo divino” mediante el ejercicio de la voluntad.

Este “elogio del cuerpo”, explica el papel que viene luego a desempeñar la salud física, pero la salud, en el sentido de ésta primera lengua, debe facilitar la meditación, por ejemplo, el Buda puede proclamar: “que sin un cuerpo perfectamente sano es imposible conocer la beatitud” (Eliade, pág. 170-171). Se trata, pues, de un medio (la salud física), para conseguir un fin espiritual (la beatitud).

Hay dos orientaciones en relación al cuidado del cuerpo en el pensamiento emergente del tantrismo: primero, aquél que considera la totalidad de la experiencia vital como parte integral del sâdhana o prácticas espirituales y, segundo, la voluntad de dominar el cuerpo para transformarlo en un “cuerpo-divino”. Ésta última es la posición del Hathayoga.

Sin embargo, en esta primera lengua, el Hathayoga, como método de dominio del cuerpo, está lejos de ser una disciplina gimnástica o higiénica. Este mismo argumento se encuentra en la introducción que V. Subrahmanya Iyer escribe para el Yoga Makaranda, libro escrito por T. Krishnamacharya.

El surgimiento del Hathayoga está relacionado con un asceta muy venerado en India actualmente, no se está seguro de las fechas, pero probablemente vivió entre los siglos IX y XII: Gorakhnâth, quien en su “invención”, fusiona prácticas espirituales del sivaísmo, del tantrismo y de las doctrinas de los “siddha” o “yoguis perfectos”, las tres orientadas por el “motivo de la inmortalidad”, el mayor sentimiento nostálgico de India, por supuesto, que esto mismo imprimió su sello en el Hathayoga, la mayor invención de la India clásica.

Gorakhnâth escribió un tratado perdido hasta el día de hoy, el “Hathayoga” y un texto que se conserva, el denominado “Goraksataka”, en el que el Hathayoga es el conjunto de disciplinas tradicionales por las cuales se logra dominar perfectamente el cuerpo. De los numerosos textos que comentan la creación de Gorakhnâth, tres sobreviven y son de gran interés:

a) El Hathayogapradipika de Svâmarâma, Svâmin del siglo XIV

b) El Gheranda samhitâ, de Gheranda, vaishnava de Gempala

c) El Siva samhitâ, muy metafórico y fuertemente influenciado por el Vedanta.

Según Mircea Eliade, el más antiguo parece ser el Hathayogapradipika que se funda, más cercanamente, en el desaparecido texto de Gorakhnâth (Eliade, pág. 172). Pero, Eliade va más allá en su análisis, en verdad el Hathayoga no se reduciría a su carácter higiénico o de limpiezas que son purificaciones, sino que, desprendidos de la forma occidental de salud, el Hathayoga inventa un cuerpo “sutil”, un cuerpo místico alejado de cualquier homologación con la anatomía occidental, así, por ejemplo, los “cakra”, que se traduce como “centros”, representarían “estados yoguicos”, es decir, el producto de una ascesis espiritual. Lo que buscaría, finalmente, la disciplina física del Hathayoga es un cierto cuerpo, el de un “hombre-dios”, concepto que tiene una larga trayectoria en la historia de India.

Esto que encontramos en la obra de Mircea Eliade, ejemplifica lo que Sloterdijk llama primera y segunda lengua en la lectura de la filosofía del sudeste asiático. La primera lengua estaría situada en aquél pensamiento, ya tan raro en Occidente: la "metafísica", ya que el pensamiento moderno se habría hecho “metafísicoresistente”, es prácticamente inexistente el filósofo asceta. La segunda lengua habría nacido con la escuela de la sospecha: Freud, Marx, Nietzsche, ésta representaría lo que Paul Ricoeur llama: “arqueología del sujeto” (Ricoeur. Pág. 367), es decir, la unión de antropología y psicoanálisis.

El problema, entonces, o la clave de la recepción del Yoga como Darshana, como filosofía en Occidente, es un problema de traducción, cómo pasar de la primera lengua a la segunda. Para nosotros, ese paso de una lengua a otra, es una de las razones por las que el equipo de investigadores del “Hathayoga Project” se compone principalmente de filólogos; la segunda razón es más evidente, tiene que ver con que hay una gran cantidad de documentos sobre el Yoga que aún no fueron traducidos a idiomas occidentales.

Resultados anticipados

Los primeros resultados de la investigación fueron anticipados por los principales investigadores del proyecto, en dos libros: “Yoga Body: The Origins of Modern Posture Practice” de Mark Singleton y “Roots of Yoga” de Mark Singleton y James Mallinson (cf. Bibliografía); y en notas y artículos de los otros investigadores del equipo, como el artículo de Jason Birch sobre la noción de “esfuerzo” en el Hathayoga. Pero, además, en el proceso de la investigación, fueron apareciendo otros trabajos que seguían la misma línea investigativa, por ejemplo, “Modern Transnational Yoga” de Hannah K. Bartos, que muestraban o presentaban otros resultados anticipadamente.

Lo primero que salta a la vista es el poco interés demostrado por las escuelas de Yoga occidentales por adentrarse en una reflexión seria sobre el Yoga, esto se ve en relación a las publicaciones citadas: hubo y hay una voluntad de desconocimiento y de implicación del Yoga con una práctica de posturas, muy cercana a la calistenia y, sobre todo, en las más exitosas, a la acrobacia y la fisioterapia: Ashtanga Yoga e Iyengar Yoga, respectivamente.

Aunque no se lo dice explícitamente, toda la investigación gira en torno a un eje central: desmitificar el origen o los orígenes, del yoga moderno o, como lo denominan en el proyecto: “yoga transnacional moderno”, ya que éste siempre había reivindicado un antecedente antiguo y clásico. La investigación tiene el claro objetivo de desmentir esa presunción.

 

 

“Jumping back” sequence in Kuvalayananda´s Yaugik Sarigh Vyâyam, 1936. (Citado por Singleton en: Yoga Body)

El cuerpo y el Yoga transnacional

Mark Singleton, es el investigador principal del “Hathayoga Project”, su formación en filología con especialidad en sánscrito e hindi, lo llevó a leer el abundante material bibliográfico que hay, distribuido en las bibliotecas de India, sobre el yogâsanas (otro nombre de yoga postural), sus principales reflexiones sobre esta revisión bibliográfica, ya se encuentran bien expuestas en su libro: “Yoga Body: The Origins of Modern Posture Practice”, él fue el que acuñó el sintagma: “yoga anglófono transnacional” para referirse al yoga practicado hoy en día en Occidente.

Singleton divide el yogâsanas en dos partes, una pre-moderna y otra moderna, sin encontrar relación alguna entre una y otra, si quisiéramos dar un formato histórico a la práctica de âsanas, algo extraño a la mentalidad de India que, basado en sus grandes períodos temporales, tiene una tendencia ahistórica, como bien lo han encontrado muchos indólogos e historiadores de la cultura como Margot Berthold que, en su Historia Social del Teatro, al tratar de India, sostiene que la característica “mentalidad ahistórica de los indios” los acerca más bien al contexto mitológico-dramático. Pero, si insistimos en ésa datación desde la mentalidad occidental, el yogâsana se desarrolla principalmente desde los siglos XIV y XV, aunque James Mallinson encontró textos donde se describe el âsana refiriéndose a posturas no sentadas (recordemos, de paso, que âsana quiere decir, entre sus muchos significados: asiento, trono), en los siglos X y XII, tiempo en el que aparecen tres âsanas no sentadas que se inscriben en el contexto del Yoga: Mayûrâsana, Kukutâsana y Kurmâsana; la descripción de éstas âsanas sirvieron para desarrollar la obra fundamental del Hathayoga, el que escribió Svâtmârâma, el “Hathapradipikâ”.

Pero, hay varias preguntas que se componen, después de observar la importancia que adquirió la âsana desde la edad media de India: ¿cómo surgió?, ¿por qué adquirió tal importancia?, ¿cuál fue el empuje que propició todo esto?

Hasta donde llega la difusión de los resultados de la investigación, se obtiene lo siguiente:

Existen descripciones de prácticas físicas ascéticas en textos compuestos hace mil o más años y muchos de ellos son similares a las técnicas del Hathayoga, hay âsanas que se mencionan en el canon Pali, en obras de los jainistas, en el Mahâbhârata (la gran epopeya de India) y en otras obras menores. Allí se dice que los ascetas se sientan en Virâsana, una postura sentada que, por su implicación (ascetismo), es incómoda (lo que contrasta con la famosa definición de âsana del Yogasûtra de Patañjali), se sientan también, en Utkatâsana, una postura de rodillas; los antiguos “sâstras”, también describen a ascetas que pasan largos períodos en posturas invertidas o de pie o sobre una pierna o sosteniendo los brazos en lo alto, etc.

Estas técnicas, sin embargo, no formaban parte, en esos contextos, de la práctica de Yoga, eran y lo son todavía en India, técnicas de “tapas” (sacrificio) y el Hathayoga temprano es una codificación de las prácticas físicas de los ascetas que, entre otras cosas, lo utilizaban para la sublimación del “bindu” (semen) considerado la energía vital del cuerpo, clave del poder del ascetismo. De tal manera que el Hathayoga temprano se asociaba originalmente con el ascetismo, tal como su nombre lo indica (para una discusión sobre el Hathayoga como “yoga del esfuerzo”, cf. Jason Birch).

Según James Mallinson, la razón de la codificación de esas prácticas ascéticas, fue que estaban disponibles por primera vez para una audiencia más amplia y no ascética, considerando que un asceta es un practicante ideal de Hathayoga. Después, se sobrepuso la fisiología tántrica en la manera de apropiación del Hathayoga por los precursores de los Nâth o “yoguis Nâth”, una orden de ascetas muy numeroso e importante en la India clásica, que hoy también están activos, aunque ya no practiquen ésas técnicas.

Ya en la modernidad, todo comienza en la década de 1870, época en que las escuelas del gobierno de India, comienzan a adoptar, en la cultura física, un “culturismo individual y acrobacias”, esta tendencia oficial, alcanzó a toda India, incluso a Mysore, donde enseñaba Krishnamacharya. La investigación analiza el informe de 1930 sobre educación física del Departamento de Instrucción Pública de Mysore, en el que se recomienda que los niños en edad escolar sean instruidos en “gimnasia india o extranjera”, esto es precisamente lo que hizo Krishnamacharya, cuyo método la investigación considera como un renacimiento sintético del ejercicio propio de la región, que comprendía yogâsana, pero también otros tipos de ejercicios físicos, por ejemplo las artes marciales y la educación física llegada desde Occidente a la India colonial tardía.

Este acontecimiento de la transformación del Yoga bajo la influencia occidental ya habría sido encontrado por Norman Sjoman (Cf. Yoga más allá…) en su famoso libro: “Yoga en la Tradición del Palacio de Mysore” de 1996, en el que sostiene que Krishnamacharya, basó su enseñanza de Yoga en el palacio de Mysore (hoy, con la recuperación de la toponimia de India se dice: Mysuru) en los textos de gimnasia que encontró allí, además de trabajar en el salón de gimnasia que contenía aparatos de gimnasia occidental, que luego dejaría siguiendo así la tendencia de una cultura física india más asequible económicamente.

En la investigación queda clara la cuestión de la gran influencia de la gimnasia europea, que gozó de gran popularidad en la India de la década de 1930, además, de una compilación de ejercicios locales respaldado por el gobierno. Según Singleton esto derivó en una gran influencia sobre el sistema de yoga denominado “estilo Mysore” de Krishnamacharya, pues se trataría de una variante de las rutinas estándar de la época.

La influencia extranjera

Toda la investigación del “Hathayoga Project”, gira en torno a develar los engranajes del yoga moderno practicado en Occidente, el “yoga anglófono transnacional”. En su exhaustiva revisión de textos antiguos, muchos de los cuales serán parte de una traducción y edición crítica, nos dejan la certeza de que el yoga postural moderno fue influenciado por la gimnasia occidental con sus modelos danés y sueco.

Niels Bukh, fue un danés que desarrolló una gimnasia que denominó: “Gimnasia Danesa Fundamental”, explicada y difundida en un manual de 1925, revisada completamente en 1939, tuvo una gran difusión y gozó de mucha popularidad, incluso formó parte del programa oficial del ejército británico asentado en India. El sistema de Bukh, enfatizaba la continuidad del movimiento y el estiramiento intensivo. La YMCA (Young Men´s Christian Association), que difundía su programa de ejercicios en India desde su fundación en Londres en 1844, lo adoptó como gimnasia principal en sus centros desparramados en toda India.

Existen grandes paralelismos entre los dos sistemas, se describen algunos detalles del sistema de Bukh en comparación con yogāsana, tal como lo enseñó Krishnamacharya en Mysore durante la década de 1930.

La gimnasia fundamental de Bukh, se divide, igual que el sistema Ashtanga Vinyasa, en seis series progresivas, se dice que los ejercicios son de naturaleza aeróbica y se practican en un “ritmo vigoroso” para que se genere calor en el cuerpo. Todos los movimientos van acompañados de respiración profunda, según el libro de Singleton por lo menos veintiocho de los ejercicios de la primera edición del manual de Bukh son sorprendentemente similares, “a menudo idénticos”, a las posturas de yoga que ocurren en la secuencia de Ashtanga de Pattabhi Jois o los que se proponen en “Light on Yoga” de BKS Iyengar, incluso las transiciones de una postura a otra del Ashtanga Vinyasa están presentes en  los movimientos de enlace entre los ejercicios propuestos por Bukh en su manual de ¡925.

Por ejemplo, una secuencia comienza con "sentado prolongado", una posición comparable a “daṇḍâsana” de Krishnamacharya, desde la cual el practicante salta hacia atrás a una postura boca abajo, luego gira y se balancea sobre una mano y un pie adoptando una posición que recuerda a “vaśiṭāsana”, estos movimientos de vinculación, así como las posiciones en sí, sugieren fuertemente el sistema de Ashtanga Vinyasa en el que, entre las posturas, el practicante salta de estar sentado a una posición boca abajo y luego  salta a la siguiente postura y así sucesivamente. La gimnasia "atlética" o "en serie" de Bukh se realizaba con un conteo, y cada postura se pronunciaba mientras se terminaba la secuencia anterior, reflejaba así, la fascinación modernista por el movimiento dinámico. Así como muchas formas de yoga postural moderno, incluido el Ashtanga, "el eje impulsor del sistema de Bukh era la flexibilidad", los nombres funcionales y descriptivos dados a los ejercicios de Bukh también se reflejan en los nombres funcionales y descriptivos que caracterizan las âsanas tardías, en contraposición a los objetos simbólicos, animales, sabios y deidades que dieron su nombre a posturas pre-modernas. Por supuesto que esta noción desafía la verosimilitud de la narrativa del origen ancestral o clásico o tradicional (tradición que se remontaría hasta el período en que Krishnmacharya tomó para sí las secuencias de ejercicios al modo de Bukh), declarada por practicantes y maestros de Ashtanga hoy en día.

Durante el primer año de su estadía en el palacio de Mysore, el maharajá envió a Krishnamacharya al instituto de investigación pionero de Kuvalayananda, Kaivalyadhama, para observar el trabajo realizado allí, uno de los objetivos de Kaivalyadhama era desarrollar un sistema de cultura física basado en el Yoga y popularizarlo. Muchos, al igual que Krishnamacharya, iban allí a buscar consejo y ayuda en la organización de cursos de cultura física basados en el Yoga.

Kuvalayananda formó parte de un comité de entrenamiento físico en la presidencia de Bombay, cuyo objetivo era construir un ideal de educación física que "fomentara virtudes personales y cívicas en los alumnos que los convertirían en mejores ciudadanos". En 1933, los planes de estudio de Kuvalayanda de "Educación Física Yóguica" se habían introducido en los establecimientos educativos de las Provincias Unidas, en el momento de la visita de Krishnamacharya, los regímenes āsana de Kuvalayananda eran el paradigma de la instrucción pedagógica del yoga en la India, así pues, es razonable suponer que Krishnamacharya tomó algunos de sus elementos centrales y los aplicó a su trabajo con los niños de Mysore, los programas de estudio de Kuvalayananda están registrados en su “Yaugik Sagh Vyâyam” o "Ejercicios de grupos de yoga" de 1936, un libro escrito originalmente para la Comisión de Educación de las Provincias Unidas. Estos ejercicios masivos, afirma Kuvalayananda, se basan en las técnicas de entrenamiento popularizadas por su gurú Manick Rao una figura que también fue importante como preceptor de la cultura física del yogui revolucionario Tiruka.

En el método propuesto por Kuvalayananda, el instructor nombra la postura, después de lo cual se guía a los practicantes a través de las tres fases del āsana: entrada-postura-propiamente dicha-salida. Reconocemos en esto el formato adoptado por Krishnamacharya en su enseñanza escolar temprana y que se ha transmitido al yoga postural moderno como el formato de “práctica guiada” del Ashtanga Vinyasa. Estas influencias proporcionan una explicación más satisfactoria de la secuencia de conteo de Ashtanga Vinyasa, que la versión "oficial" en la que se dice que los conteos exactos están especificados en un texto perdido de cinco mil años, el “Yoga Kurunta” escrito por Vamana Rishi o, en el Yajur y ig Vedas.

Estas síntesis, construidas sobre este formato cada vez más convencional, no eran inusuales en la educación física de India en aquella época. La investigación muestra, por ejemplo, el programa de estudios del Comité de Educación Física de Bombay, basado en el trabajo de Kuvalayananda y que era obligatorio en las escuelas de la provincia desde 1937, hay similitudes sorprendentes con el sistema consagrado en el yoga postural moderno como el Ashtanga Vinyasa. Los ejercicios a menudo se asemejan mucho a los "vinyāsas" del método de Krishnamacharya, como en la sección de "Calistenia", que contiene correspondencias sugerentes que dejan en claro la posición funcional que ocupan las âsanas en los programas educativos. Aunque las âsanas se presentan por separado de los otros ejercicios, está claro que pertenecen aquí, inequívocamente, a la categoría de entrenamiento físico y que se combinan con ejercicios aeróbicos ajenos a cualquier tradición de yoga conocida.

Al final, lo que la investigación quiere demostrar es que el “yoga anglófono transnacional” inventado por Krishnamacharya con la influencia de la gimnasia danesa y sueca y con la aprobación de Kuvalayananda, es un producto moderno, con una historia, y que está por fuera del yoga tradicional o pre-moderno. Por ejemplo, una de los investigadores del equipo de Hathayoga Project, la académica Daniela Bevilacqua, que ha realizado una importante investigación de campo en la India, anota que, para los ascetas que mantienen viva la tradición del Yoga, las âsanas tienen la función solamente de "disciplinar el cuerpo", para permitir que "el cuerpo logre soportar la práctica meditativa sin distracción o tensión física”, pero, a diferencia del yoga globalizado, existe la conciencia de que una âsana, cuando es perfeccionada, debe ser luego abandonada, para enfocarse en la parte importante del Yoga: las prácticas que llevan al samadhi". Bevilacqua observa que en Occidente hay un apego al logro de la postura, pues esto les da a los practicantes del yoga globalizado un signo tangible de su progreso, mientras que lo espiritual no es visible; personalmente, Bevilacqua señala que ella, pese a practicar algo de yoga globalizado, no se atrevería a llamarse una practicante de yoga, ya que existe un abismo entre el Yoga como mero ejercicio y el Yoga ascético de la India. "Habiendo pasado tiempo con ellos, me doy cuenta de que no puedo usar esa palabra: no sigo yama ni niyama, y no tengo la fe necesaria para hacerla mi disciplina espiritual" —dice Bevilacqua— y usa este "yoga" como un método para mantener su cuerpo firme o estable.

(*) http://hyp.soas.ac.uk/

Bibliografía

Jason Birch Ed. The Hatha Yoga Project. Mapping Indian and Transnational Traditions of Physical Yoga through Philology and Ethnography. SOAS University of London, 2016

Karl Baier / Philipp A. Maas / Karin Preisendanz (eds.). Yoga in Transformation. Historical and Contemporary Perspectives. (Vienna: Vienna University Press, 2018)

Mark singleton. Yoga Body. The Origins of Modern Postures Practice. (London: Oxford University Press, 2010)

Swami Kuvalayananda. Âsanas. (Pune: Kaivayadhama, first published 1933 / 2012)

Mark singleton & James Mallinson. Roots of Yoga. (London: Penguin Classics, 2017)

Elizabeth de Michelis. A History of Modern Yoga. (London: Continuum, 2005)

Norman Sjoman: The Yoga Tradition of the Mysore Palace. (New Delhi: Abhinav Publications, 1999)

Hannah K. Bartos. Modern Transnational Yoga. The Transmission of Posture Practice. (London: Routledge, 2021)

Journal of Yoga Studies. Vol. 2. 2019

Mircea Eliade. El Yoga. Inmortalidad y libertad. Trad. Diana Luz Sánchez. (México: Fondo de Cultura Económica, 2008