domingo, 12 de enero de 2020

Vinyasa Krama: la última enseñanza de Krishnamacharya


Srivatsa Ramaswami y T. Krishnamacharya



Vinyasa Krama: la última enseñanza de Krishnamacharya

 

Autor: Marco Antonio Loza Sanjinés

 

Vina vinyasayogegena asanadin n karayet” 
 (Oh yogui nunca practiques âsanas sin Vinyasa)  
Vamana Rishi

El genio: Krishnamacharya

 

Al comienzo de su “Parménides” (1), Martin Heidegger, habla del comienzo del pensamiento llamado occidental, critica la visión esencialista de lo “eterno”, precisa que el comienzo del pensar sobre el pensar es lo histórico por excelencia, que para Heidegger tiene que ver con “lo que anticipa toda historia subsiguiente”, esto es lo “inicial” que descansa en la “anticipación de lo venidero”, es una donación para una época.

“El inicio es lo último en llegar en la historia esencial”. Con este sintagma, a primera vista contradictorio, Heidegger logra conferir al inicio del pensar sobre el pensar un lugar ocupado por Parménides, Anaximandro y Heráclito.

En cuanto al Yoga, podemos considerar en el “iniciar” a Patanjali, pero también, así, como “último en llegar”, a Tirumalai Krishnamacharya. Este genio (en el sentido de inteligencia o talento extraordinario, pero también, como aquella deidad mitológica que representa o custodia un lugar) del yoga, alejado de las tonterías de los mistagogos del New Age (iniciación, maestros iluminados, etc.), trabajó en silencio para conservar y desarrollar la práctica de un pensar que influyó en todo el pensar clásico de India: el Yoga.

Krishnamacharya, es el genio moderno que está en el inicio del pensar sobre el pensar el Yoga, guardó y donó una manera de entender una disciplina y un arte que se originó con Patanjali y que él difundió en el mundo moderno como “anticipación de lo venidero”, que se lo denomine “padre del Yoga moderno” no hace sino confirmar ese lugar en el iniciar.

Sabemos que las biografías únicamente se refieren a ese “designador rígido” (Kripke) (2): el nombre que “designa el mismo objeto en cualquier universo posible”, siendo un “punto fijo en un mundo en movimiento” sin espesor y sin ubicar los diferentes los cruces y las relaciones que hacen a toda vida, esperemos que algún día se escriba una mejor historia de vida del más grande yogui de la era moderna. 

La mayoría de las biografías que se encuentran en la red coinciden (seguramente porque unas y otras se copian mutuamente) en que T. Krishnamacharya nació en Muchukunte una ciudad al sur de India en el estado de Karnataka un día de noviembre de 1888; que fue el mayor de cinco hermanos; que su padre, que era profesor de los Vedas, le enseñó los primeros atisbos de Yoga; que en su familia había existido, en el siglo IX, un gran yogui llamado Nathamuni, autor de un comentario a los Yoga Sutras, el Yogarahasya; que al cumplir dieciocho años, se trasladó a Varanasi, ciudad sagrada, donde estudió sánscrito, lógica, gramática, filosofía y música. 

También coinciden en que estudió profundamente Yoga con Ramamohan Brahmachari, uno de los pocos eruditos en Yoga que todavía enseñaban lejos (en el monte Kailash, Nepal) de una India que sumía poco a poco todas sus tradiciones bajo la corona británica, aprendió con Ramamohan durante siete años, después, siguiendo el tradicional modo de vida de los brahmanes, Ramamohan le pidió que estableciera una familia y que enseñara Yoga, esto significó que Krishnamacharya volviera al sur e intentara conservar y difundir una disciplina filosófica y práctica que muy pocos querían aprender. Se enfatiza, en las biografías, que Krishnamacharya tuvo grandes dificultades económicas al obedecer a su maestro, sin embargo, debemos reconocer aquí, que la visión romántica del iniciar se impone ante un gesto que, en la época en que se realiza, era muy común, fue una de las razones por las se originó el movimiento “Quit India “, organizado por Mahatma Gandhi. 

Al final, las historias confluyen en su estadía en la ciudad de Mysore, hoy Mysuru (producto de la recuperación de la toponimia de India tras la independencia), invitado por el generoso Maharajá de ésa ciudad: Krishna Raja Wadiya, comienza a enseñar en el Sanskrit College, lo invita luego a enseñar Yoga en el templo Vishnu situado junto al palacio Jaganmohan en el centro de la ciudad, además le financió demostraciones y la publicación de su primer libro dedicado al Yoga: “Yoga Makaranda” («El néctar del Yoga») en 1934, que dicen fue escrito en 4 días en idioma kannada y después traducido al tamil, desde ese momento en adelante la historia es todavía más conocida: el nacimiento del Yoga moderno con el Ashtanga Yoga y sus series perfectamente encadenadas. Se dice también, que enseño, a regañadientes, a una mujer occidental: Indra Devi, que más tarde lo vincularía con el resto del mundo.

Las múltiples biografías sostienen que el Yogashala del palacio de Mysuru tuvo que cerrar al acabarse el patrocinio del Maharajá, debido, a su vez, a que India se liberó de la corona británica (1947), así que la escuela cerró en 1950, cuando Krishnamacharya tenía sesenta y dos años de edad, y se trasladó a Chennai, estado de Madrás (hoy Tamil Nadu) (“Era un maestro en Mysuru, pero tenía que ser un siervo en Madrás” dijo en una entrevista Iyengar, uno de sus mayores estudiantes, además de su cuñado). 

Srivatsa Ramaswami, actual profesor de Yoga en India, lo conoció en ésa época cuando Krishnamacharya impartía clases de yoga en una universidad en Chennai, la primera vez que lo vio “vestía un dhoti blanco y una camisa blanca” —recuerda Ramaswami (Passim)— venía a enseñar a su hermano que tenía una discapacidad y terminó enseñando a toda la familia, allí encontró a su maestro que le enseñaría por casi treinta años un tipo de secuencias de âsanas que se denomina Vinyasa Krama.

El Vinyasa Krama


El desarrollo y la difusión del denominado Yoga Vinyasa Krama, se le debe a Srivatsa Ramaswami, que estudió con Krishnamacharya durante casi treinta años, con él cotejó diez series de posturas que combina con mantras y lecturas védicas.

La palabra Vinyasa (literalmente: “poner algo de una manera especial”) fue popularizada por la práctica mundial del Ashtanga Yoga, en éste método se refiere a la manera en que las posturas corporales de las series se enlazan por medio de la dinámica del saludo al sol y de la respiración, la palabra Krama, sin embargo, no es muy conocida.

Dentro de las varias significaciones de Krama: “ir”, “proceder”, “curso”, la que nos interesa es ese “proceso ininterrumpido o regular”, un “arreglo”, una “sucesión regular”, del que hay un ejemplo cultural: el orden de las castas en India.

En el ámbito de la disciplina del Yoga, Vinyasa Krama sería pues, el proceso regular e ininterrumpido de enlazar posturas corporales o âsanas en series, con la característica principal de utilizar subrutinas de cada una de ellas y la respiración “suave y controlada —el único vínculo entre la mente y el cuerpo.” (S. Ramaswami). (3)

Según Srivatsa Ramaswami, (4) que escribe una pequeña relación del Yoga de Krishnamacharya con los dos sistemas que él creó y que actualmente gozan de gran fama mundial, Iyengar y Pattabhi Jois omitieron varias indicaciones importantes en la ejecución de las posturas, Iyengar la respiración lenta y controlada; Jois, las progresiones o subrutinas.

Ramaswami (5) realiza una lectura muy interesante del aforismo 47 del Yoga Sutras de Patanjali, el que dice:

«Prayatnasâithilyânantasamâpattibhyâm»

Y que se traduce como: «(El âsana se perfecciona) mediante la relajación (saithilya) del esfuerzo (prayatna) y la absorción —samâpatti— (samâpattibyâm) en el infinito —es decir, “en el infinito espacio alrededor”— (ananta).»

La traducción de Offroy (6), dice: “la postura se vuelve firme y cómoda mediante la relajación de la tensión y la fusión con el infinito”

El “prayatna” (esfuerzo) —dice Ramaswami— hace referencia al “jivana prayatna” o “esfuerzo de la vida”, es decir: la respiración, mientras que la palabra “—ana” de “ananta”, equivale a “soasa” palabra en sánscrito que también significa respiración, “samâpatti” es la concentración mental, lo que quiere decir, que la concentración mental es en la respiración durante la práctica de Vinyasa.

Según Ramaswami en la práctica correcta de Yoga no debe haber una respiración fuerte o descontrolada, la respiración debe acompañar el movimiento: a una expansión seguida de una inspiración se denomina “brahmana kriya” o “acción (respiratoria) expansiva”; en cambio, la espiración con contracción del cuerpo se conoce como “langhana kriya” o “acción (respiratoria) de contracción o reducción”, la respiración alterna de ambas acciones se denomina “anuloma”, que es el fundamento de cualquier ejercicio de respiración y de la práctica de âsanas.

Refiriéndose a Krishnamacharya, Srivatsa Ramaswami sostiene que en los casi treinta años que fue su discípulo: “Ni una sola vez lo vi enseñar a practicar âsanas sin vinyasa y/o respiración coordinada para acompañar los movimientos. Esta es la clave para enseñar Vinyasa Krama correctamente.”

Notas:


1. Martin Heidegger. Parménides. Trad. Carlos Mismela. (Madrid: Ediciones Akal, 2005)
2. Saúl Kripke. El nombrar y la necesidad. Trad. Margarita M. Valdés. (México: UNAM, 2005)
3. Srivatsa Ramaswami. The complete book of Vinyasa Yoga. (Cambridge: Da Capo Press, 2005)
4. O. C.  Pág. XiV
5. O. C.  Págs. XViii – XViV
6. José Antonio Offroy Arranz. El yoga de Patanjali los Yoga Sûtras. (Madrid: Ediciones Librería Argentina, 2012)

Bibliografía:


N. E. Sjoman. The Yoga tradition of the Mysore Palace. (New Delhi: Abhinav Publications, 1999)
Martin Heidegger. Parménides. Trad. Carlos Mismela. (Madrid: Ediciones Akal, 2005)
Saúl Kripke. El nombrar y la necesidad. Trad. Margarita M. Valdés. (México: UNAM, 2005)
Srivatsa Ramaswami. The complete book of Vinyasa Yoga. (Cambridge: Da Capo Pres
José Antonio Offroy Arranz. El yoga de Patanjali los Yoga Sûtras. (Madrid: Ediciones Librería Argentina, 2012)
Monier-Williams Sanskrit-English Dictionary, 1899