domingo, 12 de marzo de 2017

Yoga. La ansiedad del linaje


Fuente: Centro Internacional de Yoga integral Kali-Shakti




Yoga. La ansiedad del linaje


Autor: Marco Antonio Loza Sanjinés

El Parampara


Literalmente Parampara, en sánscrito, significa “de uno a otro” y se relaciona con el conocimiento que se transmite de Gurú a discípulo y tiene la forma de una serie, en el que la finalidad es la transmisión fiel de un saber, pero, al mismo tiempo, connota la transmisión de una experiencia, de una práctica, esta última característica tiene una gran importancia en el Yoga, en su enseñanza y en su transmisión. El Parampara en el Yoga se refiere específicamente a un linaje como una filiación.

La ansiedad del linaje


El título hace alusión al de un libro del crítico literario Harold Bloom: “La ansiedad de la influencia” (1), en la que trata de esa ansiedad que se produce en algunos escritores sobre la manera de afiliarse a una corriente literaria o, por el contrario, de escapar de una de ellas o, en algunos casos,  de negar todo origen.

En la comunidad de occidente, que practica o cree en el Yoga (que muchas veces no queda definida, sino diluida en un montón de afirmaciones de las más variadas), ocurre algo semejante con respecto a los “linajes”. Esto es algo todavía demasiado extraño en India, lugar de nacimiento del Yoga (habrá que decirlo siempre), donde la cuestión de los linajes no constituye ninguna preocupación, debido a que los linajes, como las escuelas de yoga, se encuentran bien diferenciadas, su larga historia de división en castas ha asegurado esto (2).

Tal como sostiene Mircea Eliade (3), en Occidente, el yoga, por lo menos el que más impulso tuvo y el que hundió sus raíces más profundamente, es el que vino traído de la mano de la teosofía, con sus ideas extrañas a la filosofía Sâmkhya-Yoga a la que jamás pudo interpretar adecuadamente, por eso el yoga se propagó en occidente sobre todo entre los grupos que coincidían con esa visión: rosacruces, masones, seguidores de Blavatsky, movimientos New Age, etc.

Frente a este panorama, en el que lo que menos importaba era el Yoga, algunos pensaron en rastrear los orígenes del Yoga, ya sea como disciplina filosófica, ya como practica de âsanas, los más esclarecidos buscaron en su lugar de nacimiento: India. A partir de allí, de ese momento tardío pero reparador, el Yoga comenzó a esclarecerse, a delimitarse, a distinguirse, y continúa haciéndolo y tiene un largo camino que recorrer ya que los grupos que siguen eso que Mircea Eliade denomina “yoga barroco” (4), esa mezcla de esoterismos de toda laya, astrología, parapsicología, y New Age de todo tipo, son numerosos y prácticamente han expropiado el significante “Yoga” para sus propios usos.

Camino de esa distinción —habrá que recordar que el Yoga como uno de los seis Darshana (conjunto cuasi filosófico) de la India, va acompañado del Sâmkhya, otro Darshana, cuyo nombre quiere decir “discriminación”—, se presentan en la actualidad diversas escuelas de Yoga de India que reclaman en occidente una mayor diferenciación. Esto viene aparejado con el traslado de diversas escuelas clásicas de yoga hacia occidente, sobre todo a Europa y Norteamérica.

La invención de un punto de partida


La ansiedad por el linaje en el Yoga reside en la invención de un punto de partida, se trata siempre de encontrar la marca inaugural de una sucesión dinástica, pero ya sabemos que los latinos sostenían que: Ex nihilo nihil fit, “de la nada nada”. 

Si bien la esencia del linaje es la invención de un lugar de origen, en el Yoga como en el Sâmkhya se refiere a una posición lógica, a que el punto de partida interviene haciendo algo, se refiere al carácter performativo (5) del origen, al punto de corte de una serie que podemos llamar maternal, aquel punto ciego del origen mítico en el que predomina lo “innumerable”. La invención del origen es un salto a otra lógica.

Un comienzo separa (porque es dar el primer paso) y, al mismo tiempo, crea un lazo entre el practicante y su práctica, entre el maestro, representante de la práctica, del método, y el discípulo, que sigue un camino, un método, esta relación es esencial en el Yoga ya que es un sistema enteramente experiencial. Pero, además, el linaje renueva los lazos entre el practicante —como sujeto— y su mundo.

El linaje en el Yoga es una actualización, es volver a comenzar en cada práctica, algo de la experiencia se renueva en cada acto de separación, por eso el linaje es algo eficaz, ata y separa al sadhaka (practicante) al origen del método, por eso el linaje además de tener el prestigio de la fuente, debe promover lo nuevo, en el Ashtanga Yoga, por ejemplo, esto se verifica en la forma denominada “Estilo Mysore”, donde cada uno es responsable de su ritmo y su esfuerzo.

Redondeles de una cuerda


Dos ejemplos de parampara y de linaje:

«Govindacharya, compartió su conocimiento a su discípulo Shankaracharya, este filósofo fue quien desarrolló el Advaita Vedanta; a su vez, Shankaracharya, tuvo como discípulo a Suresvaracharya que transmitió conocimiento a Matsyendranath que tuvo como discípulo a Gorakhnath, el famoso yogui autor del desaparecido tratado: Hathayoga; Gorakhnath impartió conocimiento a Nivrittinath y éste a Jnanadeva y éste aún a Totapuri que fue maestro del gran sabio Ramakrishna Paramahamsa, uno de los más grandes líderes espirituales de la India; Ramakrishna transmitió su conocimiento a Swami Vivekananda, personaje clave del renacimiento del yoga en la India; Vivekananda tuvo como discípulo a Ashtavakra quien educó a Raja Janaka.»

«Vamana Rsî, se considera como el autor del Yoga Korunta: “series de yoga âsana”, en él se encontraba el aforismo: “vinâ vinyâsa-yogena âsanadâin na kârayet” (¡Oh! Yogui nunca practiques âsana sin vinyasa); Vamana Rsî enseñó a Sri. T. Krishnamacharya, el padre del yoga contemporáneo, aprendieron yoga de él, cinco maestros excepcionales: Sri. Pattabhi Jois, B. K. S. Iyengar, Indra Devi, que fue su primer alumno occidental y la primera mujer en aprender con él; su hijo T. K. V. Desikachar y A. G. Mohan.»

Es interesante la observación que realiza Mircea Eliade respecto de lo que llama: El mito de la “transmisión doctrinal” (6). Sostiene Eliade que todos los grandes movimientos indios afirman su existencia en una memoria larga y extendida, así por ejemplo los seguidores de Gorakhnath sostienen que éste tuvo como discípulos a los dioses Brahma, Visnú y Siva, que es —interpreta Eliade— una manera de expresar el carácter atemporal y eterno de la doctrina (Cf. La invención de un punto de partida, más arriba). Otra forma del “mito de la transmisión doctrinal” es atribuir una creación propia a otros, como dioses o maestros inexistentes, por ejemplo, muchas narraciones del origen del Yoga señalan al dios Siva como su creador.

Un linaje es siempre un acontecimiento, como invocación y como encuentro, ése es su carácter performativo, pues el “pacto” entre el discípulo y el maestro es un “acto de habla” y se mantiene mediante una reinvención constante del lazo. Puede resumirse en la frase: «Tú eres el que me seguirás por doquier”, que implica una fe puesta en el discípulo, una elección, que es muy distinta a la frase: «Tú eres el que me seguirá por doquier», que tiene un carácter oclusivo y paralizante. En la primera frase hay “confianza”, en la segunda “certeza” (7).

El linaje y el tiempo


En todas estas notas sobre la descendencia discipular, está presente una manera de entender el «tiempo», aquella «duración» que persigue cualquier filiación. Sabemos que “maya” no sólo es la ilusión cósmica, sino que hace referencia a la historicidad de la existencia humana, a esa existencia en el Tiempo y en la Historia. Ilusión de la que se deberá salir.

El Yoga es una salida para el existente humano de la temporalidad y la historicidad. El Yoga es la propuesta de la India para resolver la angustia desencadenada por el tiempo y la historia, la salida, es el sueño de un despertar. La eternidad, el sueño de una continuación indefinida del tiempo. El linaje viene no sólo como transmisión de un saber, sino también como una técnica de la duración.
 

El yoga más allá del gurú. Yoga post-linaje

Daré al prefijo latino “post” (después de), la significación de un “futuro anterior”: aquello “que habré sido para lo que estoy llegando a ser” (J. Lacan), lo “post” indicará pues el peso de una historia en constante construcción desde el futuro. Con ése telón de fondo podríamos preguntarnos: ¿Qué está llegando a ser el Yoga, para lo que habrá sido? La respuesta no es muy halagadora, arrollado por la hipermodernidad, el yoga ha devenido hoy sólo una palabra que puede designar casi cualquier cosa, quedando como resto una sombra que algunos están tratando de preservar bajo el nombre de linaje.

Como hemos visto más arriba, el linaje en el yoga se fundamenta en un gran relato o, más bien varios, pero éstos, en los tiempos que corren, han perdido prestigio, no sólo porque la llamada globalización con la hiperconectividad nos ha hecho perder las encrucijadas (ya no las vemos, sólo las contamos, cf. F. Lyotard «La condición posmoderna»), sino por razones menos filosóficas, por ejemplo, el movimiento “#Me too” hizo visible los abusos sexuales de los grandes gurú depositantes de un linaje considerado milenario. De ese modo figuras públicas como Bikram Choudhury o Pattabho Jois (pero también muchos “gurú occidentales” como John Friends creador del Anusara Yoga), quedaron sin sustento moral dentro de una ideología que aparentemente promovía, el santosa, saucha o Satya (verdad) y todos los “yama” y niyama” del yoga clásico.

Frente a este panorama, surge este rechazo, pero al mismo tiempo, la continuación de ciertas prácticas consideradas como yoga, pero ya sin la autoridad de un gurú. Por otra parte, existe también la tendencia a “re-inventar” el yoga, sobre todo después de los resultados de investigaciones académicas sobre el yoga moderno practicado en occidente, sobre la base de estas investigaciones es imposible seguir sosteniendo que lo que hoy se practica como yoga tenga un sustento real de este sistema filosófico y propedéutico de la India clásica. Hoy se sabe, por ejemplo, que el Ashtanga Vinyasa Yoga es un invento de los años 30 del siglo pasado, siendo T. Krishnamacharya su creador, quien combinó diversas prácticas y disciplinas físicas de la India poscolonial, como las artes marciales y la danza con la gimnasia danesa y sueca y que, posteriormente, sufrió una transformación a manos de Pattabhi Jois, llegando a las series de âsanas tal como las conocemos hoy.

Una de ésas investigaciones académicas sobre el Yoga es la Theodora Wildcroft (8), su tesis doctoral de 2018, titulada: «Pattens of Authority and Practice Relationships in Post-Lineage Yoga» (Patrones de autoridad y relaciones de práctica en el yoga post-linaje), propuso por primera vez el enunciado: “yoga post-linaje”, basándose en un estudio a profundidad de las comunidades de practicantes y profesores de yoga del Reino Unido.

«This yoga can be described as post-lineage in the same way that Linda Woodhead (1993: 167) once described “post Christian” religious communities as not secularised, but instead engaging in direct, detailed responses to perceived issues with the existing institutions of Christianity. Woodhead’s post-Christian communities agreed in their rejection of the definitive truth of the Gospels, in rejecting divine omnipotence, divine transcendence, an anthropocentric deity, and original sin (1993: 173). In comparison, whilst individual practitioners may or may not maintain close connections to their original teachers, post-lineage yoga rejects the idea that any individual yogic text or modern alignment paradigm can hold complete universal truth, and rejects unquestioning allegiance to a single deity in the form of a living or historical figure.»

[Trad. Este yoga se puede describir como post-linaje de la misma manera que Linda Woodhead (1993: 167) una vez describió a las comunidades religiosas "postcristianas" como no secularizadas, sino que se involucran en respuestas directas y detalladas a los problemas percibidos con las instituciones cristianas existentes. Las comunidades poscristianas de Woodhead coincidieron en su rechazo de la verdad definitiva de los Evangelios, en rechazar la omnipotencia divina, la trascendencia divina, una deidad antropocéntrica y el pecado original (1993: 173). En comparación, mientras que los practicantes individuales pueden o no mantener conexiones cercanas con sus maestros originales, el yoga post-linaje rechaza la idea de que cualquier texto yóguico individual o paradigma moderno de enseñanza pueda contener una verdad universal completa, y rechaza la lealtad incondicional a una sola deidad en la forma de una figura viva o histórica.]

Así pues, el Yoga post-linaje, rechaza la practica guiada por alguien que sería un experto universal o un guía espiritual, para situarse en una práctica organizada y guiada por la comunidad o el grupo, sin una jerarquía pedagógica como la de gurú-sisya (maestro-gurú).

Notas


(1) Harold Bloom. La ansiedad de la influencia. Una teoría de la poesía. Trad. J. Alcoriza y A. Lastra. (Madrid: Editorial Trotta, 2009)

(2) El Sâmkhya y el Yoga, como sistemas heterodoxos, es decir, como sistemas que no aceptaban la autoridad de las vedas, prepararon el campo para la afirmación anti-brahmánica del Buddha, ya que ambas carecen de las restricciones de casta y de familia, característica de las líneas védicas. Cf. Heinrich Zimmer. Filosofías de la India.

(3) En el prólogo escrito en 1967, Eliade nombra como “yoga barroco” a aquella idea de Yoga sumida en las costumbres populares de India, al que se amalgaman tradiciones muy variadas. De manera homóloga, nosotros denominamos “Yoga barroco” a aquellas manifestaciones, tan variadas como equivocadas, de denominar Yoga a todo, desde las manifestaciones ambientalistas hasta las ideas místicas más heterogéneas. Cf. Mircea Eliade. El yoga. Inmortalidad y libertad. Trad. Diana Luz Sánchez. (México: Fondo de Cultura Económica, 2013)
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(4) Mircea Eliade. Técnicas del Yoga. Trad. del francés: Alicia Sánchez. (Barcelona: Editorial Kairós, 2000)

(5) Se dice que una frase es “performativa”, si describe una determinada acción y, al mismo tiempo, su enunciación equivale al cumplimiento de la acción, el ejemplo clásico es la enunciación de una promesa. Dicha teorización proviene también como linaje: Wittgenstein fue maestro de Austin y este de Searle. Cf. John L. Austin. Cómo hacer cosas con palabras. Trad. Genaro R. Carrió y Eduardo A. Babossi. (Buenos Aires: Paidós, 2003); John Searle. Actos de habla. Trad. Luis M. Valdés Villanueva. (Madrid: Ediciones Cátedra, 2009)

(6) Mircea Eliade. El Yoga. Op. Cit. Pág. 224

(7) “¿Cuál es la diferencia entre tú eres el que me seguirás por doquier y tú eres el que me seguirá por doquier?” Pregunta el psicoanalista Jacques Lacan a su auditorio, la diferencia es una pequeña letra: «s».
Tú eres el que me seguirás por doquier, es por lo menos una elección, quizás única, un mandato, una devolución, una delegación, una inversión. Tú eres el que me seguirá por doquier, es una constatación, que más bien nos inclinamos a considerar como una constatación penosa.”
“Cuando digo, ejemplo sensible, tú eres la mujer que no me abandonará, manifiesto una certeza mucho mayor en lo tocante al comportamiento de mi pareja que cuando digo tú eres la mujer que no me abandonarás. Cf. Jacques Lacan. Las psicosis. Seminario 3. Trad. Juan-Luis Delmont-Mauri y Diana Silvia Rabinovich. (Buenos Aires: Paidós, 1984). Págs. 387-405

(8) Wildcroft, Theodora R (2018). Patterns of Authority and Practice Relationships in ’Post-Lineage Yoga’. PhD thesis The Open University

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