sábado, 3 de noviembre de 2018

El Yoga y el Uso del cuerpo




El Yoga y el Uso del cuerpo

Autor: Marco Antonio Loza Sanjinés

“La pregunta ¿qué es un cuerpo? no puede responderse de manera unívoca pero, aun así, es preciso formularla cada vez. Si la pregunta no se formula, en su lugar advienen sentidos coagulados, estereotipos, prejuicios, patologizaciones, clasificaciones y doxas que lo amarran a un saber que se pretende unívoco. Como si el cuerpo pudiese saberse a sí mismo."

Alexandra Kohan

Introducción

 

Cuando de habla de Yoga, conviene siempre repetir aquella frase que ya sólo se escucha en escasos espacios: Yogaścittavṛttinirodhaḥ, es decir: “El yoga es la supresión de las modificaciones de la mente” o, en una traducción más literaria: “El Yoga es la cesación del torbellino de la mente”, que paradójicamente se encuentra muy cerca, allí, justo en el segundo de los célebres aforismos atribuidos a Patanjali.

Si el yoga es la supresión o la cesación de las modificaciones de la mente en su torbellino devenir, entonces qué lugar encuentran las mucho más conocidas afirmaciones que dicen de la armonía universal o de la unión entre el practicante de yoga y su entorno llamado naturaleza, o la definición más cercana pero igual de equívoca, que define al Yoga como la unión mística entre Atma (alma individual) y Paratma (alma universal). 

Sin duda, la práctica de Yoga hoy en día se halla sometida en occidente a diversas tensiones o transformaciones que han hecho perder de vista la definición tradicional de Yoga.

La visión que expondré, en lo que sigue, conforma una disparidad con la idea general de Yoga hoy dominante, sin embargo, ya se sabe, la disparidad suele ser más lógica que la unanimidad.

Por otra parte, debemos agregar, que la visión que expondremos se halla, como no podría ser de otra manera, condicionada por la cultura de occidente desde la cual escribimos este texto, sin embargo, eso no impide que se mire más allá de ella, siguiendo en esto el ejemplo del mejor estudioso del Yoga desde occidente, me refiero, por supuesto, al antropólogo rumano Mircea Eliade.

 

El uso del cuerpo

 

Vamos a poner en claro que decimos cuando hablamos de “uso” y después de “uso del cuerpo”. En su reciente libro, “El uso de los cuerpos”, el filósofo italiano Giorgio Agamben, encuentra una aparente contradicción entre el uso y el instrumento, en cuanto se habla del esclavo: “el ser cuya obra es el uso del cuerpo”, la definición que da Aristóteles en la Política y que Giorgio Agamben comentará para implicar en ella la soberanía y, de paso, la técnica.

Tal como en su obra inmediatamente anterior: Altísima pobreza. Reglas monásticas y forma de vida, todo se restituye en la dialéctica entre “uso” y “propiedad”, el uso se hace necesario —en los argumentos de los franciscanos contra la curia, que Agamben estudia— para la conservación, pero no obliga a la propiedad.

Los griegos clásicos tenían las palabras: chrésis o chrésthai, que estaban referidas al ámbito del uso y que pertenecían a las “palabras oraculares”, sin embargo, chrésis o chrésthai no parecen tener significado, sino que lo adquieren según el contexto, por ejemplo:

Chresthailógoi, que literalmente quiere decir: “usar el lenguaje” = hablar
Chresthai symphorii, lit. “usar la desventura” = ser infeliz
Chresthainostoú, lit. “usar el retorno” = experimentar nostalgia

Lo que demuestra estas citas es que no podemos atribuir el significado común a “uso” (servirse de algo, utilizar algo) a estos términos griegos con los que definían por ejemplo al esclavo: “el ser cuya obra es el uso del cuerpo”. En la utilización de estas palabras más bien se ve que el “sujeto es el centro y a la vez el actor de un proceso: cumple algo que se cumple en él”. He aquí el modo en que entendemos el “uso”.

La definición del significado de Chrésthai que da Agamben y que le servirá para el resto del ensayo es que: “este expresa la relación que se tiene consigo, la afección que se recibe en cuanto se está en relación con un determinado ente”. De tal manera que el sintagma: Somátos chrésthai, “usar el cuerpo”, significará:

la afección que se recibe en cuanto se está en relación con un [el] cuerpo o con cuerpos”, es el sujeto que se constituye en este uso.

Siguiendo al Spinoza de su compendio gramatical de la lengua hebrea, Agamben amplia esta primera definición de uso, Spinoza analiza una forma verbal hebrea, el verbo reflexivo activo que se forma añadiendo un prefijo a la forma intensiva: se visitare, “visitarse” o se visitantem constituere, “constituir-se visitante”. Queda así demostrado que todo uso es ante todo “uso de sí mismo”.

“[P]ara entrar en relación de uso con algo, debo ser afectado por ese algo constituirme a mí mismo como aquél que hace uso de algo.” 

Lo que Agamben busca con esta definición, aplicada al uso del cuerpo, que es uso de sí mismo, es neutralizar la famosa relación sujeto-objeto, él denomina a esa neutralización inoperosa.

 

El concepto de cuerpo en el Yoga

 

La idea que se tiene del cuerpo en el Yoga se encuentra dividida por un punto de inflexión que Mircea Eliade denomina el “Elogio del cuerpo”, esto ocurre entre los siglos VI y XV en India. Patanjali ya había escrito su famoso tratado en el siglo II antes de la era común, cuando una moda pan-india arrasará con todo, esta corriente turbulenta y poderosa se ha denominado Tantrismo.

La palabra “Tantra”, tan mal empleada y peor comprendida, viene de la raíz sánscrita: tan = extender, continuar, multiplicar; de donde se extrae el significado que atañe a su relación con el Yoga, “sucesión, desarrollo, proceso continuo”, el Tantra es pues, en palabras de Mircea Eliade: “lo que extiende el conocimiento”.

Este movimiento comenzó en el siglo IV, pero su influencia comenzó a crecer a partir del siglo VI, convirtiéndose en una “moda” (la palabra es de Mircea Eliade), que impregnó rápidamente a los filósofos, teólogos, practicantes de yoga y alcanza también a las masas populares. El secreto de avance tan grandioso nunca visto hasta ese momento en India, es lo que podríamos considerar como su “fácil acceso”, oponiéndose al ascetismo imperante en las prácticas espirituales, se fue abriendo paso mediante un razonamiento mítico, acudiendo al desciframiento de las grandes eras o Yugas de la India milenaria, en clave psicoanalítica podríamos calificarla de un “retorno de lo reprimido”.

¿Pero en qué consiste este movimiento pan-indio? En algo verdaderamente singular, por primera vez en la India adquiere importancia la Gran Diosa. Veamos. 

Desde el siglo II, ingresan al panteón indio dos diosas de la mano del budismo, Prajñâparamitâ  y Târâ, la “epifanía de la Gran Diosa de la India aborigen” y, desde el hinduismo, ingresa Sakti, representante de la fuerza cósmica de la Madre divina, que cobra gran importancia haciendo revivir a la “religión de la Madre” de la India pre-aria. Este paso es también un reconocimiento del misterio de la Mujer, esa “emoción mística ante el misterio de la generación y de la fecundidad” (dice Eliade), esta emoción mística que en la India traduce la imagen de la mujer como el Otro (alter) radical e inaccesible, pero también, y en contra de todo pensamiento occidental en torno a la Madre, esta es representada como un poder terrible y abrumador, Mircea Eliade nos envía en este punto, a revisar la importante obra de mitología india de Heinrich Zimmer.

Los autores de la doctrina tántrica la presentan como una renovación: “Esta abrumadora totalización significaba omnipotencia. Con un gesto de completo sometimiento y plena y voluntaria abdicación, habían devuelto sus energías a la Sakti primordial, fuerza única y fuente primera, de donde originalmente había procedido todo. Y la consecuencia, ahora, fue una gran renovación del estado original de la potencia universal.” (en palabras de Zimmer).

Esta renovación está destinada al hombre de la “era sombría”, en la que el espíritu está sometido a la carne, los doctores del tantrismo observan que la autoridad de los Vedas y la tradición brahmánica, no son los caminos para el tiempo de esa era sombría, el hombre es incapaz de acceder a la verdad por el ascetismo, ya no posee la fuerza necesaria para acceder a la Verdad, se hace necesario “otro camino”, para ello es necesario apelar a las condiciones de su “caída”, es decir, a las condiciones de la “vida real”, de ahí que en el sâdhana tántrico, tenga tanta importancia el “corazón”, los sentimientos, los afectos y la sexualidad, esta es su característica más importante: su anti ascetismo. 

Sostiene Mircea Eliade, que el cuerpo en el tantrismo adquiere una importancia jamás alcanzada en la historia espiritual de la India, es en el tantrismo donde el cuerpo deja de ser una “fuente del dolor” y se convierte en un instrumento que hay que cuidar y transformar en un “cuerpo divino”, sin embargo, está presente en esta idea, la homologación Védica del cuerpo con el cosmos. Pero, en el tantrismo el pesimismo y el ascetismo propio del yoga de Patanjali, queda abolido, el cuerpo debe conservarse el mayor tiempo posible y en perfecto estado de salud, para lograr la meditación, esto va de acuerdo con el principio generador del tantrismo, poner al alcance de todos la liberación, y por otro, la importancia que se da a la “experiencia total de la vida”. En el Hathayoga, además, se dará el impulso de dominar el cuerpo para llevarlo a la posición de un “cuerpo divino”. 

Nace pues, un interés de conocer a fondo el cuerpo y su fisiología, sin embargo, —como sostiene Eliade—, esto está lejos de buscar una salud ya sea atlética o higiénica.

En múltiples lugares de su larga obra, Mircea Eliade alude al “cuerpo sutil”, a una “fisiología mística”, muestra mucha desconfianza cuando reseña un libro que trata de comparar prácticas médicas con los tratados de Yoga —sostiene Eliade— que “en efecto, pese a que los hindúes hayan elaborado un sistema complejo de medicina científica, nada nos obliga a creer que las teorías de la fisiología mística se hayan desarrollado en dependencia de esta medicina objetiva y utilitaria o al menos en relación con ella.”

Para Eliade más bien todo lo que refiere a una “fisiología mística”, deviene de las experiencias ascéticas, estáticas y contemplativas, que se expresaron en el mismo lenguaje que la cosmología y rituales tradicionales, e insiste en que esas experiencias eran “reales”, dice:

«Los textos tántricos y hathayóguicos nos sorprenden por su “carácter experimental”, pero se trata de experiencias que se efectúan en niveles que no son el de la vida cotidiana, profana.»
  
Antes de la aparición del tantrismo como una moda pan-india, el cuerpo no se diferenciaba de los “estados de conciencia” e incluso de la “inteligencia”, eran la misma sustancia, es lo que el yoga toma del Sâmkhya, la conciencia, la inteligencia y por supuesto el cuerpo, forman parte de la existencia (samsâra) que, al mismo tiempo, encadena e incita a la liberación, si la existencia encadena el alma humana, entonces el yoga propone “vivir la experiencia de la existencia”, esta ambivalencia de las experiencias, es una constante del pensamiento indio.

Todos los demás miembros (angas) del Yoga, confirman este modo de concebir el cuerpo, por ejemplo, en el niyama, se encuentran: la serenidad (samtosa), la ascesis (tapas), la limpieza (sauca), que no significa únicamente la higiene sino la purificación, en Hathayoga esto se verá enfatizado en las “purgas artificiales”, Vyâsa (el más grande comentador de la obra de Patanjali) asegura que sauca significa también dejar sin impurezas el espíritu. “«La ausencia del deseo de amplificar las necesidades de la existencia», tal es la definición de la serenidad (samtosa). El Tapas (ascesis) consiste en soportar los contrarios, por ejemplo, el deseo de comer y el deseo de beber, el calor y el frío, el deseo de permanecer de pie y el de permanecer sentado”, incluso los movimientos faciales deben ser controlados, pues la ausencia de indicaciones faciales demuestra el control sobre sí mismo.
Más nítidamente Mircea Eliade sostiene que âsana, la postura corporal, “marca claramente la superación de la condición humana".

 

Dejar caer el cuerpo

 

Por los años en los que se publicaba en Francia la obra de Mircea Eliade, un psicoanalista francés, Jacques Lacan, trabajaba sobre un nuevo “elogio del cuerpo”, su experiencia clínica le había llevado a sostener que el “cuerpo” no corresponde con el “organismo”, que hay algo que se inscribe sobre lo orgánico para darle consistencia y una imagen de totalidad. Ya Freud, había encontrado en las parálisis de la histeria, en el cuerpo fragmentado de las psicosis, esta separación, pero es Lacan quien llevará estas observaciones clínicas a sus consecuencias más radicales.

El ser humano (ser hablante, le llama Lacan), a diferencia del animal, posee un cuerpo, es decir, el cuerpo está en el registro del tener no del ser, el ser humano es un organismo habitado por la palabra que lo constituye, lo recorta, recordemos la etimología de la palabra anotomía como “corte”. El organismo del ser hablante nace prematuro, no puede sobrevivir por sí sólo, necesita los cuidados de otro ser hablante, en ese proceso el organismo biológico es ordenado por la palabra, que también quiere decir por lo simbólico.

Si no es posible realizar una correspondencia entre el cuerpo (hecho de imagen del semejante, de lenguaje) y el organismo, podemos preguntarnos entonces, ¿qué es lo que el Yoga hace con el cuerpo?, esta es una pregunta que revolotea por doquier en la actualidad, debido a la proliferación de las llamadas “técnicas corporales”, en las que se quiere situar al Yoga. Estas “técnicas corporales” buscan, y casi lo han logrado, expropiar el cuerpo disponiéndolo al cuidado de la “salud”, que es, a fin de cuentas, hacer que todo funcione, funcione según las reglas de un orden de belleza, de salud, de “buena forma”, todos somos convocados —sostiene el psicoanalista Eric Laurent— a “construir un cuerpo, mantener la forma, trabajar el aspecto, esconder los rasgos de envejecimiento y la fragilidad, cuidar el propio potencial de salud.”

Para el Yoga el cuerpo es parte de la “realidad” y la realidad, en las filosofías de la India clásica, es Maya (ilusión). No se nace siendo un cuerpo, la construcción del cuerpo pertenece a un segundo tiempo, hay pues una discordancia entre el organismo animal y un cuerpo organizado por la imagen del semejante y el acto simbólico del lenguaje. 

Lo que el Yoga hace con el cuerpo, mucho más después del tantrismo, es separarse de él, más exactamente prescindir de él, las âsanas del Hathayoga, no buscan otra cosa que separar la palabra del organismo biológico y quedar en silencio.
Queda, por supuesto, mucho que decir todavía, por ejemplo, tratar la manera en que interpretamos los Yoga Sutras de Patanjali, o cómo situamos al Yoga dentro de la compleja trama de la Filosofía de India, o ahondar más en la noción lacaniana del cuerpo-imagen, o leer el objetivo del Yoga como lo inoperoso agambiano, donde la contemplación es el paradigma del uso, la contemplación es lo inoperoso en acto, no tiene un sujeto, no tiene un objeto ya que en la obra contempla solamente la propia potencia… Este resto, lo desarrollaremos en las entregas que seguirán en este Blog.

Bibliografía 


Giorgio Agamben. El uso de los cuerpos. Trad. Rodrigo Molina-Zavalía, revisión científica de Flavia Costa, la traducción de los textos en latín y la transliteración de los términos del griego ha estado a cargo de: Antonio Tursi. (Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora, 2017)
Mircea Eliade. Técnicas del Yoga. Trad. del francés: Alicia Sánchez. (Barcelona: Editorial Kairós, 2000)
Mircea Eliade. El yoga. Inmortalidad y libertad. Trad. Diana Luz Sánchez. (México: Fondo de Cultura Económica, 2013).
Heinrich Zimmer. Mitos y símbolos de la India. Edición de Joseph Campbell. Trad. Francisco Torres Oliver. (Madrid: Ediciones Siruela, 2008)
Patanjali. Yoga Sûtras. Traducción directa del sánscrito al castellano de: José Antonio Offroy Arranz. (Madrid: Ediciones Librería Argentina, 2012)
Éric Laurent. El reverso de la biopolítica. Una escritura para el goce. Trad. Enric Berenguer. (Buenos Aires: Grama Ediciones, 2016)





domingo, 16 de septiembre de 2018

Virabhadrasana. Los estilos en el Yoga




Virabhadrâsana. Los estilos en el Yoga


Autor: Marco Antonio Loza Sanjinés


Estilos


Una de las características de la práctica de Yoga en la actualidad es la proliferación de estilos, incluso de “creadores de estilos”. Pero, ¿qué es un estilo de Yoga?

Para responder a esta pregunta tenemos que diferenciar estilo de linaje. Los métodos o “ramas” del Yoga se transmiten siempre por medio de un linaje (por eso su número es reducido), que actualmente constituye uno de los ejes sobre el que se gira en derredor, produciendo muchas veces una “ansiedad del linaje” (Cf. La ansiedad del linaje). En cambio, un estilo es una manera de practicar un método, por ejemplo B. K. S. Iyengar creó un estilo que lleva su nombre, pero él siempre lo remitió a la enseñanza Sri. T. Krishnamâchârya, conservador y transmisor de uno de los linajes más importantes de Yoga, a su vez, John Friend creó, sobre la base del estilo Iyengar, otro estilo: Anusara Yoga.
Hay linajes que no permiten la creación de estilos o tienen sus propios estilos autorizados, por ejemplo: Ashtanga Yoga (Mysore y práctica guiada), Sivananda Yoga, Bikram Yoga; en éstos la transmisión del linaje es estricta.

Un estilo (al igual que en la literatura) es una “voluntad de expresión”, en el Yoga, de una “voluntad de expresión de un método”, aparentemente nada pierde el método que podría ganar un valor ilustrativo, en el caso del Yoga: una adecuación a las posibilidades del practicante.

Así como el estilo en la literatura se relaciona inevitablemente con el patrimonio común de la lengua, así también los estilos de Yoga se relacionan con el terreno común de una de las grandes ramas de Yoga y que constituyen un método. Uno de los principales rasgos de un estilo en Yoga es la “desviación” con respecto a un método, debido a esto existen los linajes que, a manera de protección de estas desviaciones, transmiten una manera rígida de practicarla, ahora bien, en cada método de Yoga existe un núcleo duro sobre el cual giran el o los estilos. También existen, por supuesto, estilos que no responden a ningún linaje.

Digamos algo sobre este último término. El concepto de linaje proviene de los estudios sobre el parentesco que nada tienen que ver con la relación biológica, sino con una relación social. Además del parentesco consanguíneo y el denominado parentesco afín o de alianza (tan común en la India tradicional), existe el “parentesco ritual” que excluye a los anteriores y que deriva de algún tipo de coparticipación social, para luego asumir algunos rasgos de los otros dos tipos, por ejemplo, la relación entre alumno y discípulo en la tradición del Yoga con la aceptación de un compromiso en relación con la aceptación del linaje.

Los estilos de Virabhadrâsana


La confusión en la práctica de Yoga, digámoslo de una vez: de Hatha Yoga, una de las grandes ramas del Yoga, es tal que, como sostiene Pattabhi Jois, hoy existen muchas maneras de practicar Yoga y todas se dicen las correctas, pero no producen ningún cambio en los que los practican, para Jois, practicar el método correcto y hacerlo durante mucho tiempo con humidad y de manera coherente, es la única manera de cumplir la definición de Yoga tantas veces olvidada: cultivar la cesación de las fluctuaciones de la mente.

La distinción de los estilos presentes hoy en día es un requisito para encontrar el “método correcto” del que habla Pattabhi Jois.

Tomaremos como ejemplo una postura muy conocida que nos ayudará a presentar la distinción entre estilos. Virabhadrâsana, no se encuentra en el grupo de posturas clásicas o tradicionales, muchos coinciden en que es una invención de Sri. Tirumalai Krishnamâchârya, lo que confirmaría su título de “padre del yoga moderno”.

Veamos los estilos: Iyengar, Ashtanga Yoga, Viniyoga, Kripalu Yoga y Anusara Yoga

En el estilo Iyengar, los detalles son exquisitos:




El giro en la parte superior del cuerpo proviene de las costillas traseras del medio. El cuerpo de la espalda asciende y se mueve hacia el frente del cuerpo. El abdomen se levanta, pero las nalgas se mueven hacia abajo. El coxis y los omóplatos avanzan, pero no a expensas de la compresión lumbar. El borde exterior del pie trasero empuja hacia el suelo. Los brazos son como espadas muy afiladas. La cabeza mira hacia arriba como si estuviera haciendo una ofrenda triunfante a los dioses. Además, la pose es la puerta de entrada a las posturas de retroflexión, permite mover el coxis hacia delante y levantar el torso de la parte inferior del cuerpo, llevando la cabeza hacia atrás con seguridad moviendo los omóplatos hacia adelante, hacia el pecho, y extendiendo con fuerza los brazos. Son las mismas acciones necesarias para ejecutar las retroflexiones más avanzadas, así como los giros de las inversiones y las curvas hacia adelante. No hay un solo punto de enfoque físico en la pose. Los dos lados del cuerpo —izquierda y derecha— están haciendo cosas totalmente diferentes, toda esta sofisticación es una buena representación de Iyengar Yoga.

En el Ashtanga Yoga la postura se despliega en todo su poder combinatorio:






En el Ashtanga Yoga nunca nos enfocamos en una sola cosa, difundimos nuestra conciencia hacia todos lados, Virabhadrâsana es quizás la pose definitoria en el segundo saludo al sol o Surya Namaskar B. De acuerdo Tim Miller, uno de los más experimentados ashtanguis: "Todo sucede rápidamente, así que no se pasa mucho tiempo teniendo en cuenta la biomecánica de la pose. Se trata más bien de centrarse en el flujo de las posturas". De esto es que se trata en el Ashtanga Yoga: fluir.

La mayoría de los puntos finos de la pose de Ashtanga son familiares: la pierna delantera doblada 90 grados, la pierna trasera recta y el exterior del pie presionado hacia abajo, las caderas cuadradas hacia adelante y los brazos sobre la cabeza. Pero hay una diferencia clave: en Ashtanga Yoga, como lo enseña K. Pattabhi Jois, la rodilla delantera se extiende más allá del tobillo, en línea con la punta de los dedos del pie. Este es el objetivo final de la pose, pero puede no ser seguro ni accesible para todos los estudiantes.

Al profundizar en el área alrededor del sacro se pueden acceder a los granthis, o nudos energéticos que bloquean el flujo de prana en el cuerpo. Se puede pensar en ellos como lugares donde hay un enredo. Hay tres tipos de granthis: Brahma granthi, el nudo físico con sede en el sacro Vishnu granthi "el nudo emocional centrado en el corazón, y Shiva granthi, el nudo mental.

En el Vini Yoga todo llega al compás del cuerpo de cada practicante:






En la tradición Vniyoga, âsana se utiliza a menudo terapéuticamente y se enseña de uno a uno, por lo que cada profesor variará la pose en función de la capacidad individual. De acuerdo a Vini Yoga No hay manera correcta o incorrecta de los hacer las posturas, hay muchas variaciones, ya que una postura podría ser necesaria para un determinado cuerpo y no para otro tipo de practicate.
 
Las variaciones incluyen el ancho y la longitud de la postura, el brazo y la cabeza posiciones, la profundidad de la curva en la rodilla delantera, la rotación relativa de la pierna trasera y la relación entre las caderas y los hombros, como tiene una antigua base de las artes marciales de India, la postura permite que den un paso hacia adelante o hacia atrás con facilidad. El centro de la gravedad es bajo, entonces es más estable y permite una mejor conexión a tierra con los pies. El pecho abierto es un símbolo de coraje.

Kripalu, como muy pocas escuelas, no tiene relación con Sri. T. Krishnamâchârya 






A pesar de que comparten su nombre y la mitología con otras tradiciones, en el estilo Kripalu esta postura fue inspiración de Swami Kripalu en 1950. Se cuenta que, a sus 38 años, la energía kundalini lo despertó y su cuerpo realizó espontáneamente esta postura.

La postura de Virabhadrâsana que Swami Kripalu introdujo difiere en un detalle clave: el talón trasero se mantiene pegado al suelo, aunque no son los detalles físicos lo más importante, ya que las posturas son herramientas para abrir despertar la presencia del cuerpo. La pregunta que siempre hacía Kripalu era: ¿qué luz te trae a ti la postura que practicas? 

Anusara es, según su creador John Friend, la expresión del cuerpo:






Al mismo tiempo que Virabhadrâsana trabaja los glúteos y las piernas también está expresando el espíritu del practicante “de una manera triunfal”, la postura viene de adentro hacia afuera. 

Según Friend hay cinco acciones principales en la postura, cada una de las cuales corresponde a los cinco “principios universales” de alineación: apertura a la “gracia”, energía muscular (que se traduce en una acción de tijera en las piernas), la espiral interna (la pierna de atrás gira hacia adentro para que el hueso del muslo retroceda), la espiral exterior (que se enfatiza en el muslo delantero para acercar las piernas y presionar la coxis hacia adelante, equilibra los efectos de la espiral interna), finalmente está la energía Orgánica (crear un punto focal en el núcleo de la pelvis un “pequeño orbe de luz en el área donde el cóccix se encuentra con el sacro”)

Bibliografía:


Mircea Eliade. El Yoga. Inmortalidad y libertad. Trad. Diana Luz Sánchez. (México: Fondo de Cultura Económica, 2008)
Tres Gurús, Pattabhi Jois, Iyengar, T.K.V. Desikachar. En línea
Alison Spedding. Breve curso de parentesco. (La Paz: Editorial Mama Huaco, 2003)
Datos de las posturas y fotografías tomados de:
Yoga Journal. November 2008, pág. 74 y ss.