viernes, 24 de abril de 2020

El Silencio Trascendental. (Primera parte)






El Silencio Trascendental. (Primera parte)

 

Autor: Marco Antonio Loza Sanjinés

 

La repetición es el encuentro, siempre fallido, con lo real del Yoga: 

el aislamiento trascendental (Kaivalya)

 

 

Yoga: ¿Unión? A modo de introducción

 

El aislamiento trascendental (Kaivalya) es la respuesta, anticipada en siglos,  de Patañjali y del Yogadarshana que él funda, a la actual destrucción del Yoga, a su instrumentalización en función de tendencias dispares, tales como la “salud”, la “ortopedia”, la “anatomía comparada” (se dan clases, por ejemplo, de: “yoga y columna vertebral”), a su “occidentalización” (que el filósofo Alexander Dugin denomina más duramente como: “Occidentoxicación”), por medio de la denominada “globalización”.

El Patañjalayoga, en ningún caso es unión, ni busca la salud, ni instruye sobre la manera de construir un mundo mejor, etc. El Patañjalayoga es una disciplina de liberación. Esto es lo que demostraremos en una serie de textos que comenzamos ahora.

La pregunta por la verdad

 

Comencemos por la “verdad”. “La pregunta por la verdad es histórica”, sostiene Agnes Heller, lo que quiere decir que las verdades se presentan en el tiempo. Por supuesto, en las religiones o en las pasiones metafísicas se considera la vinculación de “la verdad” con lo atemporal, con lo eterno. Héller despliega dos tipos de preguntas sobre la verdad: 

a) ¿Qué es verdad? Pregunta por el concepto de verdad y
b) ¿Qué es la verdad? Pregunta por el contenido de las “oraciones veritativas”

La filosofía debería responder a ambas preguntas, rechazando, de paso, cualquier opción por la “revelación” de la verdad, ya que una revelación dice “qué es verdad” sin necesidad de la especulación sobre la esencia de la verdad, la revelación de la verdad es religiosa, pertenece al orden de la creencia.

La pregunta histórica, la pregunta por la verdad, en sus dos modalidades, es una pregunta de la Ilustración y —sostiene Heller— todas las culturas pasan por la Ilustración cuando se preguntan respecto de la verdad, ahora bien, ya sabemos, desde Kant, que la Ilustración quiere decir: Scilicet, “tú puedes saber”, por eso “la ilustración consiste en cuestionar de una manera coherente y continua ciertas opiniones dentro del mismo mundo o comunidad donde esas opiniones aún tienen vigencia.” (Heller, p. 159)

Hay ciertas opiniones, en el juego del lenguaje del Yoga, que circulan por ahí sin encontrar, todavía, un tiempo de Ilustración, una de esas opiniones, muy arraigada entre los seguidores del Yoga, es que el yoga es “unión”, tal opinión se encuentra difundida en el concepto, al uso, de la palabra Yoga.

Dicho concepto se halla autorizado en un error: la traducción de la palabra yoga como unión. La palabra Yoga deriva, como se ha repetido muchas (demasiadas) veces de la raíz yug, y ésta del indoeuropeo: yeug, que quiere decir “unir”, “ligar”, pero también “yugo”, “enganchar”, “mantener agarrado”, nos apoyamos aquí en el precioso libro de Fernando Tola y Carmen Dragonetti: The Yogasûtras of Patañjali. On Concentration of Mind, también en el libro más autorizado disponible hasta ahora: El Yoga. Inmortalidad y libertad, de Mircea Eliade; ambos textos coinciden en que, por lo demás, en el contexto del principal tratado conocido de Yoga: Los Yogasûtras de Patañjali o Patañjalayoga (Cf. blog) la palabra Yoga adquiere su significado mayor en “yugo”, con sus significados concomitantes: “dominar”, “controlar”, “someter”.

“El significado «unir» no es apropiado para el Yoga de Patañjali, cuyo final es, como observa Max Müller (Los seis sistemas, p. 309), lejos de unir, desunir, separar, aislar el Espíritu (purusa) de la materia (prakrti), devolviéndola a su pureza esencial y original, […]. En el contexto del Yoga, al servicio de alguna corriente particular de devoción religiosa (bhakti), es el segundo significado "unir" el que predomina. Para estas formas de devoción, el Yoga tiene como finalidad la unión del alma con Dios.” (Tola y Dragonetti, obra citada, págs. 1 y 2, énfasis y traducción nuestra).

A esas “otras formas de devoción”, Mircea Eliade denomina versiones “barrocas” del Yoga:
“Pero junto a ese Yoga “clásico”, existen innumerables formas de yoga “populares”, asistemáticas [Eliade aquí se refiere a la cultura de India y en el tiempo cercano a la producción del conocimiento sobre el Yoga]; existen también que no son brahmánicos (el de los budistas, el de los jainaistas), existen —sobre todo— yogas de estructura “mágica”, y otros de estructura “mística”, etc.” (Eliade, p. 18). Actualmente, transformaciones occidentales de esas versiones barrocas o populares son las que predominan.

Samadhi

 

La definición de Yoga, lo mismo que el fin o la finalidad del Yoga (esa disciplina que inmoviliza ya que todo el Patañjalayoga es sometimiento, someter a yugo), está perfectamente escrito en el segundo aforismo del primer capítulo, del famoso tratado: 

I. 2. Yagaschtavritinirodha. Veamos sus variadas traducciones:

Autor. Capítulo I, aforismo 2

yogaś citta-vṛtti-nirodhaḥ



Iyengar

“El yoga es el cese de movimientos en la consciencia “



T. K. Desikachar

“El Yoga es la aptitud para dirigir la mente exclusivamente hacia un objeto y mantener esa dirección sin distracción alguna.”



Vivekananda

“El yoga es impedir, por el control, que la sustancia (o elemento fundamental) que constituye la mente (chitta) tome diversas formas (vrittis). “



Ernest Wood

“El Yoga es el control de las ideas contenidas en la mente.”



Charles Johnston

“La Unión, la conciencia espiritual, se logra por medio del dominio de la versátil naturaleza psíquica.”



José Antonio Offroy

“El yoga es el estado en que cesa la identificación con los procesos mentales.”


Swami Prabhavananda y C. Isherwood

“Yoga es el control de las olas de pensamientos.”


Mircea Eliade


“El Yoga es la supresión de estados de conciencia.”


Osho

“Yoga es la cesación de la mente.”


Nosotros nos inclinamos a pensar, dado el contexto y el fin que perseguimos con este texto, por las definiciones más concisas y, a la vez, más precisas, aquella que sostienen la “supresión” o el “cese” de los procesos mentales.

La versión de Osho

 

Vamos a detenernos en una de las mejores versiones de interpretación actual. La versión de Bhagwan Shree Rajneesh, más conocido como “Osho”, que es, verdaderamente, muy particular y se encuentra lejos de las ideas preconcebidas del Yoga, en el primer tomo de la recopilación de sus comentarios a la obra de Patañjali, en hermosas apostillas (lamentablemente no todas son de igual hechura), nos muestra el arte de leer a un gran filósofo indio, que no es la misma que la lectura de un clásico occidental. Se ve en él, tratándose del Yoga, a ese “provocador espiritual” como lo llamó alguna vez  Peter Sloterdijk (el filósofo vivo más importante:), que además lo tiene como una de sus influencias.

Osho comienza con el primer sutra, aquel que está como presentación y que dice: atha yogânusâsanam = “ahora la disciplina del Yoga” (traducción de Osho), y nos advierte que “Patañjali no emplea palabras superfluas”, esta es una característica fundamental de un aforismo (que no debe confundirse con el estilo de los sutras budista o jainaista, que poseen otras características, el estilo de sutras que utiliza Patañjali es el brahmánico, cf. blog Bhágavad): su concisión es únicamente comparable a la poesía. Osho conocedor del sánscrito lee letra a letra, el “ahora” implica un acto, no es algo a estudiar, el Yoga no es un shastra, no es un texto, es una disciplina, si el Yoga es un acto, quiere decir que se hace necesario cuando surge una condición, esta es para Osho la desesperanza, incluso la angustia de tinte kierkegaardiana, Osho lo nombra repetidas veces, esto es, esa angustia sin objeto, circunscrita a la nada.

Para Osho la mente es una forma de defensa contra lo que él denomina “realidad” que para él es: “Eso-que-es”; se hace partícipe de Nietzsche y de Freud, para este último, el sueño nocturno continúa en la vida cotidiana diurna. Se requiere la “revelación” de que la mente no conduce a nada, esta es una condición para acceder al Yoga.

Osho es irónicamente radical e inclemente al describir esta condición, cualquiera puede practicar yoga, incluso sentirse feliz al hacerlo, todavía más, el practicante puede llegar a la “unificación con Brahma (como el objetivo que persigue un tipo de “yoga barroco”, cf. Mircea Eliade), se puede avanzar un poco más y alcanzar el “sat-chit-ananda”, pero, nos dice Osho, tras esta lista que podría seguir indefinidamente (y es posible que haya sonreído mientras lo decía): “Si este es el motivo, entonces no habrá encuentro entre tú y el camino del Yoga. Entonces estás absolutamente en su contra, moviéndote en una dirección totalmente opuesta” (Osho, Vol. 1)

La desesperanza, ese momento en que uno se encuentra tan cerca de la felicidad que teme perderla y no la alcanza, es, de acuerdo a Osho, el instante por el que se ingresa al sistema creado por Patañjali, que en el primer sutra dice:

I. 1. Atha yogânusâsanam (“Ahora la disciplina del Yoga”)

Osho, fiel a su afirmación de que Patañjali no utiliza palabras superfluas, comenta el “ahora” (atha), como el estado en el que se encuentra la mente: la desilusión, la desesperanza, la vacuidad del “Ser-ahí” heideggeriano, si se está al borde “la locura o del suicidio […], todo el modelo de tu vida se ha vuelto fútil. Si este momento ha llegado, Patañjali dice, «ahora la disciplina del Yoga»; solamente entonces podrás entender la ciencia del Yoga, la disciplina del Yoga”, antes de ese momento de ése “ahora”, no se llega al Yoga. “Este «ahora» puede no haber llegado. Entonces puedes seguir hablando del Yoga, pero tú no escucharás. Solamente podrás escuchar si el momento ha llegado.” (Osho, O. C.).

Comentemos nosotros, “ahora”, el comentario de Osho. La vida actual, con toda su velocidad no nos permite un retiro, tomar distancia, que es la condición previa del pensar, Husserl sostenía que había que dar un paso atrás, convertirse en espectador, ese momento es el del desamparo, no hay más que dar un paso atrás para entenderlo y vivirlo, la angustia kierkegaardiana viene a imponer esa des-implicación necesaria para el pensar. Aquí, sostenemos el “pensar” al modo heideggeriano, que siempre es llegar al origen, el pensar verdadero conlleva avanzar hacia atrás.

Para Osho la disciplina del Yoga, se compone de tres partes: la capacidad de ser, la capacidad de saber y la capacidad de aprender.

La capacidad de ser corresponde a las posturas del cuerpo, el Âsana, el “asiento”, el mantener la quietud del cuerpo es una manera de Ser, la inmovilidad es ser el amo del cuerpo, Ser es ocupar el lugar de dominio sobre el cuerpo-mente, aquí Osho se refiere a una unidad entre cuerpo y mente, las posturas del Yoga aquietarían el movimiento del cuerpo para que haya silencio en la mente, esto es: “centrado en sí mismo”, si esto acontece, se llega a ser discípulo (palabra en castellano del  que deriva “disciplina”), aquí se presenta la figura del Maestro, tan importante en el Yoga, el Maestro como Uno con la Verdad, que es, por lo demás, el significado de la palabra Satsang (“íntimamente cerca de la verdad”), tan utilizada cuando se trata de la circulación del saber en la India clásica.

La disciplina no es una terapia —sostiene Osho—, la terapia es para alguien que está enfermo, la disciplina del Yoga es para alguien que está sano, pero con la certeza de que la salud o la “normalidad” sea lo que fuese, no sirve de nada. El Yoga es continuidad con lo sagrado, con la totalidad.

Entonces llega la definición fundamental:

2. yogaś citta-vṛtti-nirodhaḥ (“Yoga es la cesación de la mente”)

Bibliografía citada:

 

Patañjali. Yoga Sûtras. Traducción directa al castellano de José Antonio Offroy Arranz. (Madrid: Ediciones Librería Argentina, 2012)
Agnes Heller. Una filosofía de la historia en fragmentos. Trad. Marcelo Mendoza Hurtado. (Barcelona: Editorial Gedisa, 1999)
 Fernando Tola y Carmen Dragonetti: The Yogasûtras of Patañjali. On Concentration of Mind. Trad. K. D. Prithipaul. (Delhi: Motilal Banarsidass Publishers, 2001)
Mircea Eliade. El Yoga. Inmortalidad y libertad. Trad. Diana Luz Sánchez. (México Fondo Cultura Económica, 2003)
Bhagwan Shree Rajneesh (Osho). Yoga: La Ciencia del Alma. (Cuatro Volúmenes). Trad. Aquiles Balle. (Barcelona: Editorial Gulaab, 1999)


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